
Esta mañana desperté no pensando en El Proceso, sólo en cualquier cosa, hasta en lo que debo hacer para el martes, el jueves y en ese ridículo manual de léxico, entonces recordé la pregunta aquella: Sobre ¿qué quiero escribir? creí querer hablar sobre el viejo Sabato, sobre el origen de la navidad o sobre Virginia Woolf, y lamentablemente no me viene nada a la mente, supongo que es a causa del desgano y el empobrecimiento que me dejó la rutina de tener que repetir 200 veces al día un precio. Pero de igual modo no resistiré la tentación de copiar un absurdo fragmento sacado de El Proceso de Kafka a propósito de toda esta idiotez.
Aún estaba libre. "Permítanme", dijo, y entró a su habitación, pasando con premura por entre los guardianes. "Parece razonable", oyó decir tras de sí. En su habitación abrió bruscamente la tapa del escritorio; todo se encontraba en perfecto orden, pero en su agitación no pudo encontrar los papeles de identidad que precisamente buscaba. Finalmente encontró su licencia de ciclista y quiso llevársela a sus guardianes, pero la consideró un documento demasiado insignificante y continuó buscando hasta que encontró su certificado de nacimiento.
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