Llega el hombre con su manto rojo
Pidiendo al viento el sosiego del animal
Prepara la vil mano, ahora es culto abismal
Sin dardos y raciocinio se postra de hinojo.
Cuán despierto esté el hombre en la plaza
Jamás podrá su pecho enderezar
La ferocidad lo vence y hace a su madre rezar
Está dormido, está soñando y la ira lo alcanza.
Pobre hombre, diminuto ser de carne áspera
Que sin lanzas ni uñas no es más que el grito
Una esencia corpórea de calor maldito
La vileza yaciente en una plaza pública.
“Prefiero la sociedad de los animales a la de los hombres. Cierto, un animal salvaje es feroz. Pero la bajeza es el privilegio del hombre civilizado“. Sigmund Freud
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